En su catequesis preparada para la Audiencia General del miércoles 26 de marzo, que ha sido cancelada debido a la convalecencia del Pontífice en Casa Santa Marta, el Santo Padre exhorta a los fieles a no perder nunca la esperanza, sugiriendo que nunca es demasiado tarde para encomendarlo todo a Dios y comenzar de nuevo nuestro camino.
Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano
“Para ir a anunciar el Evangelio, primero tenemos que poner el peso de nuestra historia a los pies del Señor, entregarle el peso de nuestro pasado. Sólo las personas reconciliadas pueden llevar el Evangelio”. Lo escribe el Papa Francisco en la catequesis preparada para la Audiencia General del miércoles 26 de marzo de 2025, que ha sido cancelada debido a la convalecencia que observa el Pontífice en Casa Santa Marta tras su alta médica del Hospital Gemelli el pasado domingo 23.
En el texto, publicado por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Santo Padre continúa su ciclo de reflexiones titulado “Jesucristo, nuestra esperanza” y en esta instancia se refiere al encuentro de Jesús con la samaritana. El Obispo de Roma nos recuerda que los encuentros con Jesús no son planeados por nosotros. Por el contrario, son momentos inesperados, que nos sorprenden y, en ocasiones, nos desconciertan.
El Sucesor de Pedro reflexiona sobre cómo, en algunas oportunidades, somos nosotros quienes tratamos de encontrar a Jesús, tal como sucedió con Nicodemo, pero en otras circunstancias, Él nos sorprende en un lugar y momento en los que nunca hubiéramos imaginado encontrarnos con Él. La mujer samaritana, mencionada en el Evangelio de Juan (cf. Jn 4,5-26), es un claro ejemplo de esta clase de encuentro.
Esta mujer se dirige al pozo a una hora inusual, a mediodía, probablemente por evitar la interacción con otras personas debido a la carga de su vida personal.
La sed es, a menudo, la imagen del deseo
Luego, Francisco precisa que “para ir a Galilea desde Judea, Jesús podría haber elegido otra ruta y no ir por Samaría. También habría sido más seguro, dadas las tensas relaciones entre judíos y samaritanos”. “En cambio, acota, quiere pasar por allí y se detiene en ese mismo pozo ¡a esa misma hora! Jesús nos espera y se encuentra justo cuando pensamos que ya no hay esperanza para nosotros. El pozo, en el antiguo Oriente Medio, es un lugar de encuentro, donde a veces se conciertan matrimonios, es un lugar de compromiso. Jesús quiere ayudar a esta mujer a comprender dónde buscar la verdadera respuesta a su deseo de ser amada”.
El Santo Padre puntualiza que el tema del deseo es fundamental para comprender el episodio. Detalla que “Jesús es el primero en expresar su deseo: ‘¡Dame de beber!'”.