Con profundo dolor y gratitud despedimos a un pastor que marcó nuestra historia: el Papa Francisco. Su partida deja un vacío inmenso en el corazón de la Iglesia y en el alma del mundo, pero también una huella imborrable de amor, humildad y compromiso con los más pequeños, los más frágiles y los más olvidados.
Su palabra cercana, su mirada compasiva y su incansable impulso por una educación integral, inclusiva y al servicio del bien común, seguirán inspirando a generaciones de educadores y estudiantes. Nos enseñó que educar es un acto de esperanza, que formar corazones es tan importante como formar mentes, y que la escuela católica debe ser un faro de humanidad en medio de un mundo que cambia.
Hoy oramos por su eterno descanso, y con fe, continuamos su misión: construir una cultura del encuentro, del cuidado y de la paz, especialmente desde nuestras aulas.
Gracias, Santo Padre. Su ejemplo seguirá iluminando nuestro camino.
Oscar A. Pérez Sayago – Secretario General CIEC – Confederación Interamericana de Educación Católica
