Oscar A. Pérez Sayago
Secretario General
Confederación Interamericana de Educación Católica
El Papa Francisco denuncia concepciones del proceso educativo que son incompatibles con la contemporaneidad. Él rechaza la hegemonía de contenidos, lamentablemente todavía presente en muchas escuelas. Educar, dice, no es solo transmitir conceptos, esto sería un patrimonio de la Ilustración que hay que superar, es decir, no solo transmitir conceptos. La educación no puede ser nominalista, en el sentido de transmitir al alumno únicamente los contenidos de las nociones, de una manera que no completa todo lo humano porque la persona, para sentirse persona, tiene que sentir, tiene que pensar, tiene que hacer estos tres lenguajes tan sencillos: el lenguaje de la mente, el corazón y las manos. El concepto educativo como transmisión de contenidos se acabó, se agotó, enfatiza el Papa, porque la educación formal se empobreció debido al positivismo. Solo conoce un tecnicismo intelectual y el lenguaje de la cabeza. Y por eso se empobreció.
El Papa reacciona, también, ante los intentos de separar la formación espiritual de la formación cultural, con el pretexto de que el estudio no sirve si no se tiene en cuenta algo concreto. Y justifica: el estudio sirve para hacerse preguntas, para no ser anestesiado por la banalidad, para buscar sentido en la vida (Christus Vivit, n.223).
Va a ser ineficaz y va a perpetuar el padrón de vida consumista la escuela que no se esfuerce por difundir un nuevo paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza (Laudato sì’, n.215).