Las y los docentes tienen la capacidad de crear espacios de colaboración significativos para identificar e impulsar a quienes muestran liderazgo, compromiso social e iniciativa para convertirse en futuros agentes de cambio que transformen positivamente sus comunidades.
Desde hace más de 15 años, Ramsés Gómez Molina, quien ahora es director de estrategia regional para The Wellbeing Project, ha estado conectado con Ashoka. Describe que Bill Drayton, fundador de Ashoka, acuñó el concepto de emprendedor social y además visibilizó lo que implica serlo mediante la selección e identificación de individuos con estos tipos de perfiles.
Además, como integrante de la Comunidad Colíder, miembro del proceso de selección de las y los nuevos Ashoka Fellows (su red global de emprendedores sociales) y director de Ashoka U en su momento, Ramsés se ha mantenido al tanto sobre las tendencias en innovación social en la región.
Un común denominador, explica, es que las y los emprendedores sociales tienen un momento valioso en sus vidas, así como los agentes de cambio, compartiendo un punto de inflexión; una circunstancia donde son expuestos ante una realidad particular y son impactados por su entendimiento de esa problemática conectando que ellas y ellos tienen una incidencia en esto. Esta premisa se considera fundamental, ya sea que suceda en un instante particular de la vida de esa persona o que ocurra como una combinación de distintos momentos que sumados provoquen un punto de inflexión. Ramsés menciona que por lo general acontece lo segundo.
Esta serie de momentos provocan en el interior de una persona y su identidad una conciencia que concede la capacidad de reconocer que puede marcar una gran diferencia. Así, asumen lo que está en sus manos hacer y además se crea un vínculo emocional con un deseo intrínseco por lograrlo y una vocación, un sentido de vida y un sentido de propósito.
No obstante, muchas veces este proceso atraviesa diversos factores que pueden interferir en el camino de una o un emprendedor social o una persona agente de cambio. Primero, Ramsés sugiere que se debe encontrar de dónde viene la motivación para desear propiciar cambios, generando las condiciones y el espacio correspondiente para llevar las siguientes reflexiones a cabo:
- Quizás exista una cercanía con poblaciones afectadas que encaucen un sentido de empatía profundo o sea producto de una experiencia vivida.
- Pueden existir un deseo de protagonismo, ganar visibilidad, fama o premios, que desafortunadamente son razones que contribuyen a desvirtuar el propósito de tomar acción.
- Si la motivación es la correcta, anclada a una aspiración sostenible, estas iniciativas pueden mantenerse y alcanzar grandes cambios.
Igualmente, añade que entender profundamente un problema desde un enfoque sistémico no se limita sólo a comprenderlo, sino que implica un proceso de colaboración. Sólo a través del trabajo conjunto se pueden encontrar soluciones más amplias y efectivas.
“Nadie puede resolver un problema que no comprende. Pero incluso, si llego a la comprensión de las causas raíz que sostienen ese problema, no podemos hacerlo solos. Ahí está la importancia del entusiasmo que busco cultivar en mí para poder contagiar a otros, y desde ese lugar poder generar una dinámica donde todos contribuyamos hacia una perspectiva común. Y la perspectiva común es la solución de la problemática”.
La función de las y los educadores para reconocer virtudes
Ramsés hace un llamado a las y los profesores a descubrir entre su alumnado a aquellos jóvenes que están convencidos y comprometidos con escalar su impacto, con un deseo de transformar su comunidad y que cuenten con una visión clara de cómo imaginan ese mundo una vez que su propuesta sea adoptada y convertida en una nueva realidad.
“Son estudiantes, son jóvenes, son agentes de cambio que están motivados intrínsecamente y profundamente por hacer cambios positivos y porque están comprometidos con el bienestar de las personas en el sentido más amplio”, enfatiza.
Cuando se distingue a una o un alumno motivado por la convicción y la responsabilidad, que no busca protagonismo, sino que está ansioso por aprender nuevas formas de conectar, adquirir recursos, aprender de otros, compartir y ayudar, es importante orientarlos hacia donde puedan recibir este acompañamiento cercano para asistirlos a concretar sus ideas.
Además, asegura que Ashoka está viviendo un hito en su historia al transferir aprendizajes y la forma en que cultiva y acompaña a emprendedores sociales a nivel global. Hay un cambio de paradigma que reconoce que, mientras más temprano se identifique a jóvenes con potencial de impacto, mayor será su alcance transformador. Por ejemplo, con la más reciente convocatoria de Ashoka México, Centroamérica y el Caribe, Jóvenes que Transforman, la cual reconoce y conecta a jóvenes de 13 a 19 años que están impulsando cambios positivos en sus comunidades por medio de ideas innovadoras para resolver problemas socioambientales.
Por ello, será primordial percibir la chispa reflejada en la mirada, en estudiantes que encuentran un sentido que nutre profundamente su existencia y razón de contribuir.
En este escenario las y los docentes son actores estelares para que las condiciones en que se puedan cultivar habilidades de colaboración sucedan. Se trata de intencionar esas formas de cooperación trabajando en equipo de equipos, donde cada persona tiene sus roles y responsabilidades específicas aportando para alcanzar un objetivo común más grande.
El papel que juegan las y los profesores es medular con respecto a la manera en que nos vemos a nosotros mismos, siendo facilitadores, mentores y guías en quienes se deposita la confianza para tener un impacto trascendental en la vida. Y en ocasiones no se dimensiona la importancia de que el perfil de estos formadores sea el que considere forjar el tipo de talento y juventudes que el mundo requiere.
Pero, ¿cómo pueden lograrlo? Ramsés comparte recomendaciones específicas para que el cuerpo docente conozcan cómo instruir a juventudes que buscan crear un cambio:

Generar el contexto pedagógico para que las y los alumnos comprendan problemáticas y despierte en ellos un sentido de curiosidad apoya a crear soluciones, ya que nadie puede resolver un problema que no comprende, denota Ramsés.
“Para mí, esos profesores que están haciendo una diferencia tremenda en sus espacios educativos son aquellos que realmente están acercando la comprensión de las complejidades y de los problemas sociales a través de entender sistémicamente por qué existen, por qué persisten y las condiciones que los sostienen; y desde ese entendimiento los estudiantes pueden proponer soluciones innovadoras que generen un nuevo equilibrio y una nueva realidad que busque contribuir a resolver el problema desde sus causas raíz”.
Sin embargo, la noción profunda de estas problemáticas implica mantener un estado de bienestar sano y equilibrado. Actualmente, los casos de agotamiento, ansiedad y fatiga en personas que ejercen un liderazgo o son agentes de cambio van en aumento. Este contexto requiere un ambiente que priorice el bienestar integral y el autocuidado para asegurar que sus esfuerzos sean sostenibles, escalables, congruentes y disfrutables.
Iniciativas como The Wellbeing Project, una organización global que está catalizando una cultura de wellbeing para los agentes de cambio en el mundo, de la que Ashoka es socio co-creador, promueve espacios por medio de herramientas y comunidades que permiten aprender a valorar e incorporar el bienestar al centro de la agencia de cambio.
Ramsés precisa que es esencial que los agentes de cambio mantengan un equilibrio entre su identidad profesional y personal para evitar que su valor como individuos dependa exclusivamente de los resultados de las organizaciones que representan, lo que puede llevar a desconexiones personales y desgaste emocional. Es importante recordar que, para transformar realidades complejas, primero la persona debe estar bien consigo.
De la misma forma, explica que es crucial hacer una distinción entre «propósito» y «sentido de propósito», ya que la idea de un propósito único y fijo puede ser limitante para la experiencia humana. En lugar de buscar un único propósito, es más liberador cultivar un sentido que conlleve apreciar que existen múltiples formas de contribuir y hacer un impacto positivo en diversas áreas a lo largo de la vida. Este enfoque permite que las personas asuman distintos roles y puedan desarrollse en diversos aspectos, adaptándose a lo largo del tiempo según sus intereses y el contexto cambiante, sin que su valor dependa de cumplir con un propósito único e inamovible.
El reto no está en forzar a los individuos a encontrar un propósito específico, sino en crear las condiciones adecuadas para que emerja naturalmente. Como educadores, no es recomendable imponer al alumnado a que encuentre un propósito inmediato, sino generar un entorno que estimule la curiosidad y el autoconocimiento. Al proporcionar espacios para que exploren diferentes problemáticas, pueden descubrir sus afinidades y, potencialmente, cultivar un sentido de propósito que se derive de sus propias experiencias y aprendizajes.
¿Tu labor como docente permite este acercamiento? Te invitamos a generar espacios pedagógicos donde el bienestar, la curiosidad y la comprensión profunda de las problemáticas sociales se entrelacen, permitiendo que el cuerpo estudiantil descubra, a su propio ritmo, un sentido de propósito y la posibilidad de convertirse en agentes de cambio capaces de proponer soluciones sostenibles e innovadoras desde una mirada empática y sistémica.
¡Súmate! Colidera el presente y cambiará el futuro.
Consultado en: https://espanol.epa.gov/espanol/los-protectores-del-planeta-actividades-para-ninos-y-recursos-educativos-sobre-reciclaje Fecha de consulta: 05/05/2025